"Nos están robando el futuro, pero no nos quedaremos de brazos cruzados". Con estas palabras, don Luis A. Uc, ejidatario de Maxcanú, resumió el sentir de los más de 100 asistentes al Tercer Encuentro de Comités de Ordenamiento Ecológico Territorial: Encuentro Peninsular de Comités y Defensa del Territorio, celebrado el 15 de noviembre de 2024 en la Universidad Intercultural de Campeche, sita en el municipio de Dzitbalché.
Son tiempos difíciles. Diferentes, pero parecidos. Hace más de un siglo, fue el monocultivo del henequén para exportación el que transformó en yermo las extensas tierras del Camino Real entre Campeche y Yucatán. Hoy, otras son las amenazas, pero ciertas cosas no cambian, aunque otras sí.
El disputado proyecto del Tren Maya, casi terminado en su totalidad, articula una región abandonada por años a los intereses del capital internacional, la agroindustria y las agencias de intervención de Estados Unidos de América y la Unión Europea.
Junto a la recuperación de la soberanía energética, con nuevas centrales de ciclo combinado y gasoductos, todos de CFE, el retorno del Estado mexicano a la península de Yucatán expone y visibiliza los saldos de un abandono de décadas donde las afectaciones a la salud de sus habitantes y el deterioro medioambiental se convierten en un problema que debe encararse con urgencia.
La Península de Yucatán enfrenta una avalancha de megaproyectos y despojos legalizados, entre granjas porcinas, desarrollos inmobiliarios y una imparable extensión de cultivos agroindustriales que cercena el hábitat selvático y convierte a los campesinos mayas en rehenes, o peones, de los propietarios menonitas que, son a día de hoy, los mayores dueños de tierras en esta región.
El Encuentro Peninsular de la Organización Nacional de Comités de Ordenamiento y Defensa del Territorio, que tuvo lugar en la Universidad Intercultural de Campeche el viernes 15 de noviembre del 20234, se erigió como un bastión de resistencia y esperanza para las comunidades mayas y campesinas de la región.
El evento, organizado por el Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales (Cupreder) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y la Onodet no fue otro foro académico para alimentar el sistema curricular de la academia. Fue un grito de alarma y un llamado a la acción ante lo que Aurelio Fernández Fuentes, director del Cupreder, describió como "un proceso de agresión generalizado en todo México".
Reunidos en Dzitbalché
La jornada comenzó puntualmente a las 10:06 de la mañana, cuando Alejandra López, integrante del Cupreder, dio la bienvenida a una sala repleta de rostros preocupados pero decididos. En la mesa de honor, figuras como el presidente municipal de Dzitbalché, Luís Antonio Chan Puc, el síndico de Hacienda Municipal de Calkiní, Juan de Dios Caamal Moo, o la Lic. Elizabeth Vázquez Ramos, representante del gobierno federal. Todos ellos simbolizaron el compromiso de los tres niveles de gobierno con la regulación del territorio.
Aurelio Fernández no tardó en poner las cartas sobre la mesa. "Hay demasiados problemas graves en la península," declaró, con su voz cargada de urgencia.
"No hay procedimientos de tratamiento de agua. No hay rellenos sanitarios. Si no empezamos a solucionar, nunca se va a acabar, porque debemos frenar las peores tendencias del capitalismo".
Estas palabras no solo marcaron el tono del evento, sino que también subrayaron la razón de ser del Cupreder y su trabajo de ordenamiento ecológico local (POEL) en diversos municipios de la península como Calkiní, Dzitbalché, Muna, Maxcanú o Calakmul.
“El ordenamiento no es solo una herramienta técnica, es una estrategia política para empoderar a las comunidades y garantizar la defensa de sus recursos”, afirmó Fernández.
Estos programas, lejos de ser meros ejercicios burocráticos, se han convertido en herramientas fundamentales para que las comunidades defiendan sus territorios. "Los ordenamientos deben ser unas herramientas al servicio de las comunidades y las personas", enfatizó otra integrante del Cupreder, Alejandra López, recordando cómo en Muna, Yucatán, el POEL había sido crucial para frenar la expansión descontrolada de granjas porcícolas.
Por su parte, la Onodet, fundado en agosto del 2024, es una red apartidista, pero no apolítica, profundamente comprometida con la defensa del territorio, que la propia Alejandra López definió como una “voz de voces”. Este espacio de confluencia articula a comités locales, académicos y defensores comunitarios en un esfuerzo por detener las dinámicas de despojo que afectan a las comunidades rurales e indígenas.
Durante el encuentro, Alejandra López explicó que la Onodet se estructura en tres niveles: comisiones de trabajo, órganos técnicos y ejecutivos, y redes de comunicación, todo diseñado para responder a las necesidades locales sin perder de vista las luchas nacionales.
“La Onodet busca garantizar que las comunidades no estén solas en su defensa del territorio. Somos un espacio de aprendizaje mutuo, donde los conocimientos ancestrales dialogan con las herramientas técnicas modernas”, agregó López.
Un panorama articulado desde la organización
El encuentro fue también un reflejo del trabajo realizado por la Onodet y el Cupreder a lo largo de 2024. Alejandra López presentó un resumen de los avances de la red, destacando el uso de plataformas digitales para fortalecer la comunicación entre comités y la importancia de documentar las luchas mediante herramientas como el mapeo participativo y la producción de contenidos audiovisuales.
“No podemos permitir que los ordenamientos ecológicos sean letra muerta. Deben ser documentos vivos, respaldados por la organización comunitaria y con fuerza de ley”, afirmó López durante su intervención.
En este sentido, presentó ejemplos de éxito en municipios como Calakmul y Maxcanú, donde los comités locales, con apoyo técnico y legal, han logrado frenar proyectos que amenazaban sus territorios.
El ordenamiento como resistencia
Durante el evento, tanto el Cupreder como la Onodet enfatizaron que los Programas de Ordenamiento Ecológico Local (POEL) y los ordenamientos territoriales integrales son herramientas esenciales para frenar el avance de modelos extractivistas y megaproyectos.
En su presentación, Alejandra López subrayó la necesidad de fortalecer los órganos técnicos y ejecutivos de los comités, así como de integrar comisiones de trabajo que prioricen los problemas más urgentes de cada región.
“El desarrollo no puede seguir siendo desigual y devastador. Debemos construir un desarrollo diferente, que no dependa de los valores del mercado, sino del bienestar de las comunidades”, argumentó López.
Este enfoque resonó en las ponencias de académicos y representantes comunitarios, quienes coincidieron en que los ordenamientos deben incluir una visión integral que considere la biodiversidad, el agua, la salud y el tejido social.
El trabajo de la Onodet, según se discutió en la plenaria, enfrenta múltiples desafíos, especialmente en un contexto de cambios políticos y de presión de los intereses privados. Aurelio Fernández expresó su preocupación por los recientes ajustes en las políticas ambientales federales, que podrían debilitar los avances logrados.
“Nos enfrentamos a un escenario donde cada vez es más difícil garantizar la participación social en las decisiones sobre el territorio. Sin embargo, la Onodet seguirá siendo una plataforma para que las comunidades cuenten sus historias y defiendan su derecho a un futuro digno”, aseguró.
Entre las propuestas discutidas para fortalecer la red, destacaron la creación de una red de corresponsales populares, que permita a las comunidades documentar y visibilizar sus luchas; el desarrollo de programas de formación para líderes comunitarios; y el fortalecimiento de los vínculos con académicos y técnicos comprometidos.
Primero, los cerdos
Uno de los momentos más impactantes del evento llegó con la ponencia de la Dra. Irina Llamas Torres, investigadora del INECOL, quien detalló el daño provocado por la agroindustria porcícola en Yucatán. Con mapas y datos, expuso cómo las granjas industriales afectan los recursos hídricos y los ecosistemas.
“El agua de Yucatán no es para las comunidades, es para los cerdos. Más del 50 % de las concesiones de agua están destinadas a estas granjas”, enfatizó.
La Dra. Llamas también abordó el impacto en la salud y el tejido social:
“Estas empresas no solo contaminan los cenotes; también criminalizan las protestas y vulneran a las comunidades que defienden su territorio”.
Su exposición concluyó con una propuesta concreta: un sistema integral de monitoreo participativo que contrarreste los datos oficiales del INEGI.
Según la investigadora del Instituto de Ecología (INECOL), el panorama de la agroindustria porcícola en Yucatán es desolador:
"Identificamos más de 50 conflictos e incorporamos a grupos locales, reconociendo los saberes de todos," explicó.
Su investigación reveló cómo las grandes granjas no solo contaminan los acuíferos, sino que también desgarran el tejido social de las comunidades. "En algunos lugares, la gente se enfermó más desde que llegó la granja," señaló, citando testimonios recogidos en campo.
Choriceras sin fin
La Mtra. Aurora Xolalpa Aroche, de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo, transportó a los asistentes a Blanca Flor, Bacalar, una comunidad de Quintana Roo que vive de la recolección de la miel y vive bajo la amenaza de una deforestación que avanza implacable.
Una vez los ejidatarios, carentes de medios, rentan su monte (la selva para los mayas) a los menonitas, estos llegan con sus tractores y maquinaria pesada a desbrozar el terreno y toda la madera termina, literalmente, quemada:
"Se colocan en hilera y hacen la 'choricera', es decir, se prenden hasta que se hace ceniza toda la fogata," describió, pintando una imagen vívida de la destrucción.
La expansión menonita y los monocultivos han causado una pérdida masiva de vegetación y abejas que combina la “choricera” (quema total de selva para su uso agrícola) con el uso indiscriminado de agroquímicos:
“En los últimos años, se han perdido más de 9,000 hectáreas de selva. La miel, que alguna vez fue nuestro sustento, ahora está contaminada, y los apicultores están abandonando sus colmenas”.
Cuando el despojo es legal
El abogado Flavio Augusto Ayuso López desentrañó los mecanismos legales del despojo con una claridad que dejó a muchos boquiabiertos.
"Hay demasiadas cláusulas desventajosas y hay despachos especializados que trabajan con grupos menonitas, hasta prohibición de usar pasos de servidumbre y, sobre todo, abusos en la tenencia de la tierra," reveló.
En resumen, se facilita el despojo de tierras ejidales en la península, pues “la maquinaria legal está diseñada para desarticular la propiedad social y facilitar la acumulación de tierras por parte de élites y empresas”.
Figuras como el usufructo o la cesión de derechos agrarios permiten a terceros, como comunidades menonitas o empresas, apropiarse de territorios.
“El despojo no es solo económico, es también cultural y social. Fragmenta a las comunidades y erosiona sus lazos”, subrayó.
En las preguntas del público, se abordaron ejemplos específicos. Don Luis Uc, del ejido de Maxcanú, preguntó sobre las implicaciones de los contratos de usufructo: “Si el titular muere, ¿qué pasa con la tierra?”. Ayuso explicó que los contratos suelen beneficiar a terceros, dejando desprotegidos a los ejidatarios y a sus descendientes.
Abejas cercadas
La Dra. Cessia Esther Chuc Uc trajo un soplo de aire fresco con su sabiduría maya. "El nombre que lleva un nombre es su carga; si lo lleva con dignidad, no pesa. Tu nombre es la casa de tu alma," dijo en maya, antes de traducir para el público.
Su emotivo testimonio sobre la meliponicultura, una tradición maya que une ecología y espiritualidad impactó a los asistentes.
“Las abejas meliponas son nuestras guardianas, y su desaparición representa una pérdida no solo ambiental, sino también cultural e histórica”, expresó.
Su intervención incluyó un llamado a revalorizar las prácticas ancestrales como un acto de resistencia frente a la crisis ecológica. Su presentación sobre la meliponicultura no fue solo un recuento histórico, sino una demostración viva de cómo el conocimiento tradicional puede ser la clave para un futuro sustentable.
"La miel tenía una connotación sagrada para los mayas. Y en este mismo campo semántico está el planeta tierra," explicó, trazando conexiones entre cosmología, ecología y economía local.
La Dra. Mirian Solís Lezama, directora académica de la Universidad Intercultural, recordó, durante sus palabras de bienvenida en nombre del Dr. Lázaro Hilario Tuz Chi, director de la UICAM, que
"este espacio no es solo para reflexionar, sino para acordar caminos hacia un futuro sostenible y justo para las comunidades de la península".
Durante su ponencia, la investigadora compartió la historia de resistencia de Dzonot Carretero, una comunidad que se negó a albergar el parque eólico de Tizmín. "Nos costó sangre," citó a los ancianos del lugar, revelando cómo la memoria de luchas pasadas fortaleció la determinación de la comunidad. Su relato sirvió como un poderoso recordatorio de que la resistencia no es nueva en estas tierras, y que cada victoria alimenta las luchas futuras.
Los sanadores de la comunidad
El clímax emocional del día llegó con la proyección del documental "Hanlikool: Comida de los dioses", producido por Centro de Producción de Programas Informativos Especiales (CEPROPIE) a partir del trabajo antropológico de Julio Glockner, apoyado por el Cupreder. Las imágenes de rituales ancestrales de los H'men de Campeche, esos curanderos, maestros, o hierbateros que sanan cuerpos y almas e intermedian con las fuerzas de la naturaleza. arrancaron risas, suspiros y hasta algunas lágrimas entre los asistentes.
El documental no solo mostró la riqueza cultural en juego, sino que también subrayó la importancia de incorporar la espiritualidad y la cosmovisión maya en los planes de ordenamiento territorial.
El evento cerró con la intervención del Dr. Andrés Barreda, quien destacó la importancia histórica de las organizaciones comunitarias en la defensa del territorio.
“Lo que hace la Onodet no es solo articular comités, es construir una resistencia que pone la vida en el centro. Estamos frente a un cambio histórico que depende de la fuerza de las comunidades para evitar el colapso”, afirmó.
Con estas palabras, quedó claro que el trabajo de la Onodet y el Cupreder no solo se limita a este encuentro, sino que es un compromiso a largo plazo con la sostenibilidad, la justicia y la vida.
El coordinador del Comité Ejecutivo del Pronace Agentes Tóxicos y Procesos Contaminantes del Conahcyt ofreció una síntesis que ató todos los hilos expuestos durante el día. "Si les despojan de la abeja, les despojan del mundo," dijo, capturando en una frase la interconexión de todas las luchas presentadas.
Su intervención no solo resumió el evento, sino que también trazó un mapa de acción para el futuro, enfatizando la necesidad de una red de monitoreo comunitario y una estrategia legal coordinada.
Aurelio Fernández cerró el evento con un llamado a la acción que electrizó la sala. "Juntémonos los que no estamos juntos", exhortó.
"Son los de los tóxicos, las contralorías del agua, la resistencia dentro de la Ciudad de México, las cooperativas."
Propuso la creación de una red de corresponsales populares para Matria, la revista del Cupreder, y anunció la intención de continuar estos encuentros, con o sin financiamiento oficial.
Las razones de la Onodet
Su exposición dejó claro por qué la Onodet, fundada en agosto del 2024, ha puesto tanto énfasis en la capacitación legal de las comunidades. La Onodet surgió como una respuesta a la necesidad de articular las luchas locales en un frente común.
Dos encuentros regionales y uno nacional, así como varios pronunciamientos públicos convierten a la Organización Nacional de Comités del Ordenamiento y Defensa del Territorio en "una voz de voces, una organización de organizaciones", tal y como afirmó Aurelio Fernández en el transcurso del evento.
Mientras los asistentes se despedían, intercambiando contactos y forjando alianzas, la pequeña Ceiba, hija de una de las ponentes, entregaba reconocimientos a los ponentes. Los camotes poblanos que acompañaban cada reconocimiento no eran un mero detalle culinario, sino un símbolo de la conexión entre pueblos y regiones en esta lucha común.
El Tercer Encuentro de Comités de Ordenamiento Ecológico Territorial concluyó de noche, un poco después de las 6 de la tarde. pero su espíritu persistía en cada conversación, en cada plan esbozado, en cada promesa de seguir en contacto. Quedó claro que el combate por la preservación de la península de Yucatán es una lucha por el alma misma de México.
Y en los ojos de cada participante se percibía la determinación de seguir adelante, unidos en la defensa de un territorio que es mucho más que agua o selva porque, al decir de Andrés Barreda, es la comunidad que da sentido a nuestras vidas.
"Hoy no terminamos nada. Hoy lo comenzamos todo", dijo Aurelio Fernández al cerrar el evento.
Así concluyó este encuentro un viernes de noviembre en Dzitbalché, Campeche.
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