Convertir una posible ruta de evacuación del volcán en paraje turístico y atajo a CDMX no es solo algo ilegal, es también una forma de generar nuevos riegos en una zona cercada por la especulación inmobiliaria y las mafias de talamontes. La carretera de Santiago Xalitzintla a Amecameca por Paso de Cortés es el tipo de proyecto que Puebla no necesita.

Hay algo de tragicomedia en la burocracia ambiental mexicana, en especial cuando toda una secretaria de Medio Ambiente confiesa, con la candidez de quien pierde las llaves de su propio despacho, que el gobierno del estado de Puebla no cuenta ni siquiera con la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) para construir una carretera entre la localidad de Santiago Xalitzintla, municipio de San Nicolás de los Ranchos, y Amecameca, Estado de México, que cruzaría una zona volcánica de alto riesgo, a escasos kilómetros del cráter del Popocatépetl, donde fumarolas, material piroclástico o lahares pueden afectar, directamente, la vida humana.
Rebeca Bañuelos Guadarrama, titular de la SMADSOT en Puebla, lo admitió con esa elocuencia propia de los funcionarios que han perfeccionado el arte de hablar mucho para decir poco:
"Primero necesitamos la factibilidad del impacto ambiental y si se otorga se realizará el proyecto bajo las condicionantes de la autoridad ambiental federal".
Traducción: estamos construyendo primero y tramitando permisos después, porque mejor pedir perdón que permiso, ¿verdad? Alejandro Armenta, gobernador de Puebla, decidió que la modificación de usos de suelo en las regiones volcánicas de la Malinche y el Popocatépetl era de alta prioridad para su administración.

Por ello, la modernización del Paso de Cortés fue la primera licitación del sexenio bajo el pretexto de mejorar la conectividad de las rutas de evacuación, asfaltando la pista forestal ya existente, ampliada con una ciclovía, cuya misión sería facilitar el acceso de coches particulares, paseantes, turistas y senderistas a esta ruta cuya otra función, nada secundaria. sería fungir como vía de comunicación alterna a la muy saturada y problemática autopista Puebla-México.
El guion se repite: licitaciones que se publicaron el 23 de enero de 2025 (SPFA-LCOPCONV-2025-001), para los amantes de la jerga burocrática) y topógrafos que miden, con permiso de nadie, los terrenos del Parque Nacional Iztaccíhuatl Popocatépetl, mientras la MIA -ese documento que debería ser la Biblia ambiental de cualquier obra- sigue en el limbo de los trámites.
Es la misma fórmula que ya usaron con el Ecoparque Tlalli-Malintzi: primero la obra, luego el papeleo. Como construir una casa sin cimientos y rezar para que no se derrumbe.

Dicho de otra forma, esperando que, por alguna razón, se otorguen los permisos ambientales, aunque luego Semarnat no conceda la mentada MIA y suceda lo mismo que con el proyecto ecoparque Tlalli-Malinche el cual quedó en suspenso hasta...veremos.
El arte de deslindar responsabilidades
En el circo de las declaraciones oficiales, cada funcionario se convierte en malabarista de culpas. La secretaria Bañuelos, con la innata habilidad circense de quien lleva años en la política, lanza la pelota a la Semarnat ("es reserva natural federal"), al secretario de Infraestructura ("él debe dar detalles"), y hasta al Estado de México ("ellos empezaron obras primero").
Mientras tanto, en las faldas del Popocatépetl, se espera que muy pronto las retroexcavadoras dibujen surcos que podrían convertirse en líneas mortíferas durante la próxima erupción.

La funcionaria intentó maquillar la obra como "mantenimiento de rutas de evacuación", pero los hechos desmienten el relato oficial. Los mismos campesinos que han vivido décadas junto al volcán saben distinguir entre el mantenimiento de caminos existentes y la apertura de nuevos trazos.
Leobardo Ortiz Fuentes, líder ejidal, lo resume con crudeza:
"Nosotros estamos en contra de ese proyecto que se haga, por los mantos acuíferos, los humedales y por todo lo demás. Y la otra, por el impacto ambiental que puede generar, no hay un proyecto como tal, nada más como dice el gobierno, coludido con los municipios, lo van a hacer, las imposiciones siempre se dan" (Ortiz, 2025).
Y la verdad, con o sin la ley en la mano, demasiadas veces así sucede. Primero, se impone una obra y solo al correr de los años los ejidatarios organizados, o sus descendientes, consiguen, tras una larga lucha, un precio justo por sus terrenos expropiados o bien los pierden en la vorágine del mercado de tierras que todo camino asfaltado tiende a incentivar.
El manual del perfecto ecocida
El caso de la carretera Xalitzintla-Amecameca podría titularse "Cómo violar procedimientos ambientales en 10 pasos". Primero: publicar licitaciones (SPFA-OP-LPE-2025-001) antes de tener permisos. Segundo: iniciar trabajos de campo con el eufemismo de "mediciones topográficas". Tercero: cuando te descubren, culpar al gobierno anterior, a los vecinos, o mejor aún, a la burocracia federal.
El artículo 28 de la Ley General del Equilibrio Ecológico es claro: cualquier obra en áreas naturales protegidas requiere autorización expresa de la Semarnat. Pero en Puebla parecen leer las leyes ambientales como si fueran sugerencias opcionales. Ana Lillian Martín del Pozzo, la vulcanóloga que lleva tres décadas estudiando cada suspiro del Popocatépetl, lo advierte con exasperación:

La dra. Ana Lillian Martín del Pozzo, investigadora del Instituto de Geofísica de la UNAM, durante el XIV Simposio de la REDIIP, 5 y 6 de diciembre de 2024
“Pasar la carretera por la zona de alto riesgo es sumamente peligroso, por los flujos piroclásticos de 700 grados centígrados y lahares que se presentan en las erupciones, material que se mezcla con el agua”
Finalmente, se trata de
"una zona que está en rojo en los mapas de peligro del volcán, que fueron financiados por Protección Civil Nacional para prevenir pérdidas de vida y bienes" (Martín del Pozzo, 2025).
Ciclopista hacia el infierno
La joya de la corona en este proyecto es una ciclopista de 20 km que promete a los turistas algo así como ver las fumarolas del volcán con completa seguridad. Una paradoja macabra: construir infraestructura de alto riesgo para observar riesgos. Tal cual ofrecer viajes en balsa por el Niágara sin chalecos salvavidas, pero con cámaras 360°.
La ruta Santiago Xalitzintla-Amecameca ya existe, pero es una pista forestal que no permite su uso como carretera federal
La Red de Investigadores del Parque Nacional Iztaccíhuatl Popocatépetl REDIIP, ese grupo de científicos que prefiere datos a eslóganes turísticos advierte, sin tapujos,
"que el cambio de uso de suelo para la construcción de la carretera Xalitzintla–Amecameca acelera la contaminación, la sobre explotación forestal, la desaparición de especies de flora y fauna endémica, que además pone en riesgo el abasto de agua en el centro del país, a través del manto freático y las corrientes superficiales." (REDIIP, 2025).
El cálculo es simple: 6 km de distancia al cráter vs. flujos piroclásticos que viajan a 700 km/h. La ecuación termina en tragedia. O así, por ejemplo:
El trayecto de la carretera propuesta cruza el área de alta probabilidad de flujos piroclásticos y lahares que son fenómenos volcánicos destructivos y muy peligrosos como se muestra en los mapas de Protección Civil”.
Epílogo: cuando la política ignora a la geología
Cuando el lector lea este texto, puede que el Popocatépetl emita una de sus habituales columnas de vapor y cenizas que, de forma regular, tiñen de una capa grisácea las aglomeraciones cercanas. Los políticos pasan, los sexenios terminan, pero el volcán sigue su danza milenaria. La pregunta no es si habrá otra erupción, sino cuándo. Y cuando llegue, esa carretera construida a las patadas, sin MIA, sin consultar a ejidatarios ni científicos, se convertirá en trampa mortal más que en ruta de evacuación.
Como bien saben los expertos de la Red de Investigadores del Parque Nacional, los investigadores del Cupreder y los ejidatarios de la región de los volcanes, los fenómenos naturales existen, pero los desastres son resultado de decisiones humanas. Hoy, pasados ya 30 años de la erupción que cambió todo aquel 21 de diciembre 1994 y parece que algunos quieren repetir los mismos errores con mayor osadía. El Popocatépetl no necesita vengarse de nuestra estupidez: solo necesita seguir siendo un volcán y desmentir las genialidades del gobernante en turno.
Comments