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Batallas contra el desierto: cómo se defiende el suelo de conservación en la CDMX (1)

Rodeando la jungla de asfalto, una vasta extensión de vida se aferra a su existencia. Esta es la crónica de una lucha desigual entre la naturaleza, la milpa y la mancha urbana, donde el futuro de la Ciudad de México se juega en su suelo de conservación.


Parque Ejidal San Nicolás Totolapan; una pieza clave en el suelo de conservación capitalino / Imagen: cortesía Corenadr
Parque Ejidal San Nicolás Totolapan; una pieza clave en el suelo de conservación capitalino / Imagen: cortesía Corenadr

Ciudad de México, por ejemplo. Y a su alrededor un cinturón verde de milpa, volcanes y bosques que respira vida y protege una de las ciudades más grandes del mundo. Esa telaraña natural es el suelo de conservación de la Ciudad de México. Sus 88 mil 442 hectáreas, que abarcan un asombroso 59 % del territorio capitalino, no son un simple conjunto de árboles y tierra; en su conjunto, representan el corazón palpitante que sostiene la viabilidad ambiental, social y económica de la megalópolis.


Mapa del suelo de conservación de la CDMC / Imagen: cortesía de Corenadr
Mapa del suelo de conservación de la CDMC / Imagen: cortesía de Corenadr

Esta no es una sucesión de estadísticas frías, sino el eco de una batalla diaria, a veces sorda, a veces estruendosa, por rescatar, blindar y expandir este legado natural contra las fauces de un desarrollo urbano que a menudo parece insaciable.

Es el drama de personas dedicadas a la ciencia que alertan, comunidades campesinas que resisten, activistas que denuncian y autoridades que, con aciertos y titubeos, intentan torcer el brazo a un destino que parece sellado por la mancha urbana, la tala ilegal, la contaminación y el laberinto de intereses que amenazan con ahogarlo.


Los ecosistemas dominantes en suelo de conservación / Imagen: cortesía de Corenadr
Los ecosistemas dominantes en suelo de conservación / Imagen: cortesía de Corenadr

Lejos de ser un mero «pulmón verde», como se le llama con cariño, pero con simpleza, el suelo de conservación es un intrincado tapiz socioecológico donde la naturaleza y las comunidades humanas han coescrito una historia de simbiosis y conflicto. Su eco resuena más allá de lo ambiental y afecta el tejido social, económico y cultural de la capital mexicana.

Del pulso vital de estos ecosistemas y agrosistemas depende la recarga del 60 % del agua que calma la sed de millones de personas, el secuestro de inmensas cantidades de dióxido de carbono que mitigan la crisis climática y el refugio de una biodiversidad que deslumbra: el 12 % de la riqueza biológica de todo un país y el 2 % de la del planeta entero, concentradas aquí, en el umbral de la urbe.


Video informativo de la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (CORENADR) sobre el suelo de conservación de la CDMX

Un relato que debe sumergirse, necesariamente, en las trincheras de esa lucha para desentrañar sus contornos geográficos, la trascendencia vital de sus dones ambientales, el laberinto legal que intenta escudarlo, las cicatrices que lo desangran y las estrategias gubernamentales que buscan ser su salvavidas. Es un viaje al epicentro de una contienda que no solo definirá la calidad del aire que respiramos o el agua que bebemos, sino el alma misma de la Ciudad de México.


Humedales y canales del Tláhuac y Xochimilco: los restos de la ciudad del agua / Imagen: Cortesía Corenadr


Para entender la dimensión de esta contienda, primero hay que conocer al combatiente natural. Esas 88 mil 442 hectáreas del suelo de conservación no son un bloque homogéneo, sino un archipiélago de ecosistemas y agrosistemas vitales esparcido, con mayor densidad, por el sur y poniente de la ciudad, que abarca nueve alcaldías.


Los guardianes del sur: alcaldías en la primera línea


Milpa Alta se erige como la principal fortaleza, con un 32.2 % del total del Suelo de Conservación (SC), donde casi la totalidad de su geografía es tierra de conservación. Le siguen Tlalpan, con un heroico 29.4 %, y Xochimilco, con su invaluable 11.9 %. Estas cifras, extraídas de minuciosos análisis, no son solo números; son la prueba de que estas demarcaciones son las custodias de los principales servicios ambientales a nivel metropolitano, como la infiltración de agua y la preservación de la biodiversidad.



La línea que demarca el fin del asfalto y el inicio del suelo de conservación es mucho más que un trazo en un mapa; es una frontera en permanente tensión. A falta de instrumentos como el Programa General de Desarrollo Urbano y el Programa General de Ordenamiento Ecológico (PGOE), frenados por consultas fracasadas, oposición popular y renuncias de altos cargos, la Ciudad de México se dio un renovado marco normativo para proteger su suelo de conservación tras la entrada en vigor de la nueva Ley Ambiental el 19 de julio de 2024.

Una legislación blindada por una reforma constitucional que reconoce únicamente suelo urbano y de conservación y establece mecanismos específicos para la salvaguarda de áreas naturales protegidas.


Operativo conjunto contra ocupaciones ilegales de suelo en la zona cerril de Santa María Nativitas y Santa Cruz Acalpixca, Xochimilco febrero 2025 / Imagen: cortesía del Corenadr
Operativo conjunto contra ocupaciones ilegales de suelo en la zona cerril de Santa María Nativitas y Santa Cruz Acalpixca, Xochimilco febrero 2025 / Imagen: cortesía del Corenadr

El marco legal es, apenas, una barrera para frenar la voracidad de la expansión urbana que pone a prueba la resistencia de la naturaleza y la ley. Pero la realidad es terca y compleja: la falta de vivienda digna y accesible en la ciudad consolidada sigue empujando a miles de personas hacia la periferia, a menudo a ocupar ilegalmente el suelo protegido, en un éxodo dictado por la necesidad.


Cunas de agua y vida en suelo de conservación


Geográficamente, el suelo de conservación se recuesta sobre dos colosos orográficos: la sierra de las Cruces y el campo volcánico sierra Chichinautzin. Estas moles, que en algunos puntos superan los 3 mil 800 m s. n. m., no solo esculpen el paisaje, sino que dictan los ritmos ecológicos. La sierra Chichinautzin, por ejemplo, es un testamento de vulcanismo reciente, cuyas entrañas porosas son claves para la recarga de los acuíferos que dan de beber a la ciudad.



Sus suelos, hijos de la ceniza volcánica –los andosoles–, actúan como esponjas gigantes que absorben el agua de lluvia. Sin embargo, esta misma geografía accidentada, si pierde su cobija vegetal, se vuelve vulnerable a la erosión. Estas sierras no son solo montañas; son «torres de agua», y cualquier herida en su estructura –carreteras, asentamientos, deforestación– puede desviar sus flujos vitales, mermar la infiltración y poner en jaque el suministro de agua de la capital.


Masa forestal al suroeste de la CDMX / Imagen: cortesía de Corenadr
Masa forestal al suroeste de la CDMX / Imagen: cortesía de Corenadr

La verdadera dimensión de la importancia estratégica del suelo de conservación se revela al descubrir los servicios ecosistémicos que, generosamente, ofrece a la ciudad. Son regalos de la naturaleza que, de perderse, tendrían un costo impagable.


El agua secreta: la fábrica subterránea que calma la sed de la metrópoli


Quizás el don más crítico es la recarga de los acuíferos. Se calcula que esta inmensa alfombra verde es responsable de infiltrar cerca del 60 % del agua que consume la Ciudad de México. El 60 % se dice pronto. Algunas voces expertas incluso elevan esa cifra hasta un 70 %. Esta proeza es posible gracias a sus suelos permeables y, sobre todo, a su densa cobertura vegetal.



Olla de captación La Leona San Antonio Tecómit / Imagen: cortesía del Corenadr
Olla de captación La Leona San Antonio Tecómit / Imagen: cortesía del Corenadr

Para potenciar este milagro natural, la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (CORENADR) ha tejido una red de más de mil 200 obras de conservación –zanjas, bordos, presas de gavión– que juntas logran infiltrar unos 101 millones de litros de agua al año. Pero estas obras son solo una parte de la ecuación; su éxito depende de que la vegetación circundante siga en pie, pues protege el suelo de la erosión y facilita que cada gota de lluvia encuentre su camino hacia el subsuelo.


Retener carbono para refrescar la ciudad


Otro servicio estelar es la captura y almacenamiento de carbono, un aliado formidable en la lucha contra la creciente variabilidad climática. Aunque las cifras exactas varían según la metodología, el mensaje es claro: el SC es un gran almacén de carbono. La Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO) estimó en 2010 que guardaba más de 2.2 millones de toneladas de carbono, principalmente en sus bosques de oyamel. Años después, en 2015, la SEDEMA reportó casi 3.1 millones de toneladas de CO2​ equivalente solo en la biomasa aérea de sus bosques perennes.



La capacidad de estos ecosistemas, especialmente los forestales, para ser reservorios de carbono es indiscutible. Cada árbol talado, cada hectárea urbanizada, no solo reduce la capacidad futura de captura, sino que libera el carbono ya guardado, lo que echa más leña al fuego del calentamiento global.

Ponerle un precio a este servicio, reconocer su valor económico, podría ser un argumento demoledor para frenar su destrucción, evitando, en el camino, que coyotes e intermediarios del capitalismo verde saquen provecho de los bonos de carbono, ese mecanismo financiero que perdona las emisiones contaminantes de la industria mundial a cambio de comprar absoluciones de papel.


Riachuelo en del ejido de San Nicolás Totolapan, paraje Rancho Viejo, alcaldía La Magdalena Contreras / Imagen: cortesía Corenadr
Riachuelo en del ejido de San Nicolás Totolapan, paraje Rancho Viejo, alcaldía La Magdalena Contreras / Imagen: cortesía Corenadr

El suelo de conservación también actúa como un termorregulador natural para Ciudad de México. Su vegetación y cuerpos de agua ayudan a mitigar el infame efecto de «isla de calor urbana». En los días de canícula, las áreas arboladas del SC o los parques bien forestados pueden registrar temperaturas hasta 3 o 4 grados Celsius más bajas que las planchas de concreto del centro urbano. Perder este regulador natural es agravar la vulnerabilidad de millones de personas ante olas de calor más frecuentes e intensas.


El arca de Noé capitalina: un tesoro de biodiversidad única


Pocas personas lo saben, pero hay otro detalle: el suelo de conservación es un santuario de biodiversidad de talla mundial. Aquí, en los linderos de una de las manchas urbanas más extensas del planeta, se resguarda el 12 % de toda la riqueza biológica de México y el 2 % de la del mundo entero. Más de 2 mil 500 especies de plantas y animales han sido registradas en sus confines.

Esta concentración de vida es un pequeño milagro, posible gracias a la variedad de ecosistemas que alberga: desde bosques de coníferas y encinos hasta pastizales alpinos y los vitales humedales. Un ejemplo elocuente de esta riqueza y los esfuerzos por mantenerla viva se da en los humedales, hogar de especies emblemáticas.



Los esfuerzos por proteger al icónico ajolote son un símbolo de esta lucha.

Ajolotes, símbolos del pasado hídrico de la CDMX / Imagen: cortesía de Corenadr
Ajolotes, símbolos del pasado hídrico de la CDMX / Imagen: cortesía de Corenadr

De hecho, la restauración ecológica, cuando se hace con esmero, puede incluso revertir pérdidas y fomentar la vida, arrebatando espacios de terror a cárteles que usaban el suelo de conservación de las áreas limítrofes de Tláhuac y Xochimilco para tiradero de cadáveres, punto de venta de droga o casas de seguridad.

La recuperación de 8 hectáreas


dio frutos con la creación del Centro para la Preservación de la Biodiversidad de la Ciudad de México, dónde de manera artesanal se hizo un humedal en un área de cinco hectáreas, ubicado entre las lagunas de San Gregorio Atlapulco y el Lago de Xico.

Luego, este humedal artificial registró 40 nuevas especies de aves residentes y migratorias, "quienes utilizan este espacio para el forrajeo, descanso, reproducción y crianza".


Nuevo humedal artificial entre las lagunas de San Gregorio Atlapulco y el Lago de Xico / Imagen: cortesía Corenadr
Nuevo humedal artificial entre las lagunas de San Gregorio Atlapulco y el Lago de Xico / Imagen: cortesía Corenadr

Los resultados fueron sorprendentes:


«El monitoreo que realiza la CORENADR en coordinación con la Dirección General del Sistema de Áreas Naturales Protegidas y Áreas de Valor Ambiental (DGSANPAVA) en la zona, han registrado 979 especies de flora y fauna, un aumento de casi el 300 por ciento comparado con el listado de biodiversidad de 2004, en los que se tenían registradas apenas 285 especies». [«Arrebatan suelo de conservación a Cártel de Tláhuac en CDMX; tiraban cadáveres».].

Frente al deterioro, se ha levantado un muro de contención legal, un entramado de leyes y normas que buscan ser el escudo del suelo de conservación. Su evolución ha sido una carrera contra el tiempo.


La nueva muralla legal: la Ley Ambiental de 2024


Un parteaguas reciente es la flamante Ley Ambiental de la Ciudad de México, promulgada el 18 de julio de 2024. Esta ley no es un simple documento; es una declaración de principios que redefine al SC. Ordena que su delimitación priorice la conservación sobre la urbanización e incluso busque recuperar terreno perdido. Entre sus líneas, se asigna a la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA) la batuta para orquestar la política de conservación y aprovechamiento sustentable, y se establece que cualquier intervención en estos terrenos necesitará su luz verde.

Más aún, la ley impulsa el apoyo a las comunidades, los incentivos por servicios ambientales y la agroecología, al tiempo que prohíbe agroquímicos y pesticidas tóxicos en el SC.


Los bosques de Milpa Alta son hogar de especies como el venado, lince, coyote, mapache, búho, halcón o la salamandra / Imagen: cortesía de Corenadr
Los bosques de Milpa Alta son hogar de especies como el venado, lince, coyote, mapache, búho, halcón o la salamandra / Imagen: cortesía de Corenadr

Pero una ley, por robusta que sea, necesita más que tinta y papel para ser efectiva. Su verdadero poder residirá en el presupuesto que se le asigne, en la voluntad política para cumplirla sin miramientos y en mecanismos de fiscalización implacables. La historia del SC es un doloroso recordatorio de que las leyes, sin aplicación y compromiso, pueden ser meros deseos en el papel.


Adiós al «suelo rural»: un blindaje constitucional crucial


Otro movimiento estratégico en el tablero legal fue la reforma al artículo 16 de la Constitución capitalina, que borró de un plumazo la ambigua categoría de «suelo rural» y dejó solo dos clasificaciones: «suelo urbano» y «suelo de conservación».



Como bien lo señaló la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT) en su momento, «Un desarrollo normativo de gran trascendencia para el Suelo de Conservación fue la reforma al Artículo 16, Apartado C, de la Constitución Política de la Ciudad de México». ¿Por qué?


El uso de suelo rural permitía el desarrollo de actividades económicas primarias, como las agrícolas, pecuarias, acuícolas y también actividades turísticas y de vivienda, por lo que al sobreexplotarse este tipo de uso de suelo se promovió una densificación urbana hacia el suelo de conservación, misma que puso en riesgo servicios ambientales que el suelo de conservación proporciona a los habitantes de la Ciudad de México. (Client Alert, agosto 2023)

Así que los objetivos de la reforma de agosto del 2023 fueron eliminar el uso de suelo rural para


Invernadero del sol en los Dinamos, Alcaldía La Magdalena Contreras, donde María Elia lleva 44 años cosechando rosas de corte / Imagen: cortesía de Corenadr
Invernadero del sol en los Dinamos, Alcaldía La Magdalena Contreras, donde María Elia lleva 44 años cosechando rosas de corte / Imagen: cortesía de Corenadr
Reclasificar aquellos predios que se encontraban clasificados como suelo rural a suelo de conservación;
Garantizar la asignación de recursos presupuestales al suelo de conservación;
Promoción de la sustentabilidad del suelo de conservación;
Garantizar el acceso efectivo y progresivo a los derechos al ambiente sano, al espacio público seguro, a una alimentación adecuada, a la cultura, educación y salud, entre otros;
Evitar la ocupación irregular de predios;
Promover la compensación o pagos por servicios ambientales. Fomentar la preservación del suelo de conservación; y
Evitar la autorización de cambio de suelo de conservación a urbano.

Esta modificación fue celebrada por ambientalistas y comunidades, que veían en la figura del «suelo rural» una puerta falsa para legalizar la urbanización en áreas protegidas, aunque también se cerró la vía para que asentamientos irregulares con más de tres décadas de existencias puedan algún día regularse y obtener los servicios públicos que tienen sus colonias vecinas.


Leyes que blindan el suelo de conservación


El arsenal legal se complementa con normas específicas, como la NACDMX-002-RNAT-2019, que pone las reglas para una producción agroecológica amigable con el entorno del suelo de conservación. Y dentro de este gran territorio, algunas joyas cuentan con una protección extra bajo la figura de Área Natural Protegida (ANP). Para 2020, un 21.4 % del SC (18 mil 901.68 hectáreas) ostentaba esta categoría con protección efectiva, una cifra que muestra un avance respecto a datos más antiguos que referían:


Sierra de Santa Catarina / cortesía de Facebook Sismología mexicana
Sierra de Santa Catarina / cortesía de Facebook Sismología mexicana
«En la Ciudad de México existen 17 ANP que cubren un área de 9 mil 476.31 ha. Seis de ellas fueron creadas por decreto Federal y 11 por decreto del Ejecutivo Local. Once de estas se localizan en Suelo de Conservación (9 mil 035.37 ha) y 6 en Suelo Urbano (440.94 ha)». [PAOT. (2016). El Suelo de Conservación del Distrito Federal Presentación].

Pero el decreto no basta; la efectividad real de estas ANP pende de la implementación de sus planes de manejo y de una vigilancia que no descanse.

Por otro lado, la planeación a gran escala, a través de instrumentos como el Programa General de Ordenamiento Territorial (PGOT), busca tejer una visión integral donde desarrollo urbano y protección ambiental no sean enemigos irreconciliables. La nueva Ley Ambiental también refuerza la coordinación de esfuerzos en pro de la biodiversidad e instruye a las autoridades a:


«Coordinar la elaboración, ejecución y evaluación de la Estrategia para la Conservación y el Uso Sustentable de la Biodiversidad de la Ciudad de México y su Plan de Acción, en colaboración con las demás dependencias y entidades de la administración pública de la Ciudad de México, las Alcaldías y otros sectores sociales». [Gobierno de la Ciudad de México. (2024, 18 de julio). Ley Ambiental de la Ciudad de México. Gaceta Oficial de la Ciudad de México].

Pese a los esfuerzos y al blindaje legal, el suelo de conservación lleva en su piel las profundas cicatrices de una lucha desigual. Las amenazas son múltiples, persistentes y, a menudo, entrelazadas como una hidra de mil cabezas.


La marea de concreto: la implacable expansión urbana


La expansión urbana irregular ha sido, históricamente, el enemigo más visible y voraz. Las cifras pintan un cuadro desolador: hacia el año 2000, se estimaba que 300 hectáreas de suelo de conservación eran devoradas anualmente por la urbanización. Entre 2001 y 2008, la tasa de transformación rondó las 130 hectáreas por año. Un análisis más reciente (2006–2014) reveló una pérdida de cobertura arbórea de 210 hectáreas anuales, mientras que entre 1987 y 2010, la sangría de cubierta vegetal promedió unas alarmantes 470 hectáreas por año.


De ciudad a mancha urbana, la Zona Metropolitana del Valle de México / Imagen: cortesía de agua.org.mx
De ciudad a mancha urbana, la Zona Metropolitana del Valle de México / Imagen: cortesía de agua.org.mx

Dentro de este último periodo, la superficie ocupada por asentamientos irregulares creció a un ritmo de 103 hectáreas anuales entre 2000 y 2010. Cada metro cuadrado de cemento sobre el suelo natural es una herida que fragmenta ecosistemas, impermeabiliza la tierra y corta las venas de la recarga acuífera.


Trabajo agrícola en suelo de conservación de la CDMX / Imagen: cortesía de Corenadr
Trabajo agrícola en suelo de conservación de la CDMX / Imagen: cortesía de Corenadr

La deforestación, hermana gemela de la expansión urbana, pero también alimentada por la tala clandestina y la agricultura insostenible, es otra daga clavada en el corazón del SC. Estos dos monstruos –urbanización y deforestación– se alimentan mutuamente: la tala abre el camino a la ocupación, y un bosque mutilado pierde, a ojos de algunas personas, su valor de conservación, lo que lo vuelve más apetecible para otros usos.


Entre asentamientos irregulares y delitos ambientales


Los Asentamientos Humanos Irregulares (AHI) son el rostro más crudo de esta presión. Las cifras varían, pero los reportes más recientes hablan de entre 2 mil 500 y más de 3 mil 138 hectáreas del SC invadidas por estos núcleos poblacionales. Son el resultado de una tormenta perfecta: la falta de vivienda digna y accesible, la pobreza y una gobernanza territorial débil. Las secuelas son devastadoras: más deforestación, pérdida de biodiversidad, suelos sellados, contaminación y comunidades enteras que viven en la precariedad y el riesgo. La magnitud del problema es tal que, según reportes, «...por las invasiones de terrenos hay más de 300 denuncias y carpetas de investigación que se han interpuesto». [San Francisco Tlaltenco exige a Sedema aplicar la ley contra invasores].


Operativo conjunto en la zona cerril de Santa María Nativitas y Santa Cruz Acalpixca, Xochimilco febrero 2025 / Imagen: cortesía de Corenadr
Operativo conjunto en la zona cerril de Santa María Nativitas y Santa Cruz Acalpixca, Xochimilco febrero 2025 / Imagen: cortesía de Corenadr

Pero la ofensiva no termina ahí. Otras actividades ilícitas siguen minando la salud del SC. La tala ilegal, un delito federal, no cesa. A pesar de los muchos operativos, el problema persiste. El endurecimiento de las penas busca ser un disuasivo más fuerte:


Personal de la CDMX observando las secuelas de la tala ilegal / Cortesía de Corenadr
Personal de la CDMX observando las secuelas de la tala ilegal / Cortesía de Corenadr
«La sanción por el delito de tala era de dos a 10 años de prisión y ahora es de seis a 20 años de prisión; mientras que la multa era de mil a 5 mil Unidades de Medida y Actualización y ahora es de 6 mil a 10 mil Unidades de Medida y Actualización vigente». [Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México, 2023, 9 de octubre, 2023].

De igual forma, se han reforzado las sanciones por el uso indebido de suelo, pues se establece que «...las autoridades, además de clausurar y desalojar las construcciones, puede efectuar multas de 6 mil a 10 mil Unidades de Medida y Actualización (UMA) y prisión de tres a nueve años por el uso indebido del suelo».


La extracción clandestina de materiales pétreos (arena, grava, tepetate) para la construcción también deja cicatrices imborrables en el relieve y los ecosistemas. Y el vertido ilegal de basura y cascajo transforma paisajes en muladares, lo que contamina suelos y fuentes de agua. La persistencia de estos delitos, a pesar de la ley y la vigilancia, sugiere la existencia de factores más profundos: corrupción, instituciones rebasadas o la desesperación económica de algunas comunidades.


El fantasma del mañana, o proyecciones que hielan la sangre


El suelo de conservación (SC) de la Ciudad de México ha sufrido una pérdida histórica neta, con tasas anuales estimadas de hasta 350-398 hectáreas en periodos críticos (1985-2009) y una presión de pérdida más reciente de 219 ha/año (2010-2018). Sin embargo, entre 2019 y 2024, gracias a programas como Altépetl Bienestar, que logró una recuperación promedio de 296 ha/año, se alcanzó un balance neto anual positivo de aproximadamente +77 hectáreas.



Recuperación de 32.97 hectáreas de suelo de conservación que habían sido invadidas en San Francisco Tlaltenco, Tláhuac / Imagen: cortesía de Corenadr
Recuperación de 32.97 hectáreas de suelo de conservación que habían sido invadidas en San Francisco Tlaltenco, Tláhuac / Imagen: cortesía de Corenadr

Tabla 1: Balance Anual Promedio Estimado de Pérdida y Recuperación de Suelo de Conservación en la Ciudad de México (1985-2024)

 

Periodo

Pérdida Anual Promedio (ha)

Fuente/Justificación (Pérdida)

Recuperación Anual Promedio (ha)

Fuente/Justificación (Recuperación)

Balance Neto Anual Promedio (ha)

1985-2000

350

Estimación basada en PGOEDF 9 y Corenader.5 Se adopta 350 ha/año por expansión urbana directa sobre SC.

~0 (Datos cuantitativos agregados no disponibles en fuentes consultadas)

No se dispone de datos oficiales agregados sobre hectáreas recuperadas anualmente para este periodo. Las acciones se centraron en normatividad y reforestaciones puntuales no consolidadas en balances de superficie.

-350

2001-2009

398

Promedio de rango 300-495 ha/año reportado por PGDUDF, PGOEDF, UNAM/PAOT.2

~0 (Datos cuantitativos agregados no disponibles en fuentes consultadas)

Similar al periodo anterior, no se cuenta con cifras oficiales consolidadas de recuperación anual de superficie.

-398

2010-2018

219

Estimación de la UNAM para el periodo 2010-2030.12

~0 (Datos cuantitativos agregados no disponibles en fuentes consultadas)

Persiste la escasez de datos oficiales agregados sobre recuperación anual de superficie antes de la implementación de programas con metas específicas de hectáreas.

-219

2019-2024

219

Estimación de la UNAM para el periodo 2010-2030 12, aplicada como tasa de presión base.

296

Basado en el Programa Altépetl Bienestar: >1,478 ha recuperadas en 5 años (2019-2023), resultando en ~295.6 ha/año.19 Se redondea a 296 ha/año y se aplica para el periodo.

+77

Nota sobre la Tabla 1: Las cifras de "Recuperación Anual Promedio" para los periodos 1985-2000, 2001-2009 y 2010-2018 se establecen en ~0 ha/año debido a la ausencia de datos cuantitativos agregados y oficiales sobre hectáreas efectivamente recuperadas y aseguradas anualmente en las fuentes consultadas para esta tabla. Si bien existieron esfuerzos de reforestación y conservación, su impacto en términos de balance neto de superficie no fue sistemáticamente reportado de la misma manera que en el periodo más reciente. El balance neto positivo en el periodo 2019-2024 refleja el impacto de programas intensificados como Altépetl, aunque la presión de pérdida subyacente continúa.


Las proyecciones para 2025-2035 indican que esta tendencia positiva podría continuar, con una ganancia neta acumulada de entre 847 hectáreas (escenario conservador) y 2,178 hectáreas (escenario optimista, basado en metas oficiales de recuperación de 417 ha/año), siempre que se mantenga la presión de pérdida en 219 ha/año y se sostengan los esfuerzos de recuperación. A pesar de estos avances, la preservación del SC sigue siendo un desafío continuo que requiere compromiso a largo plazo y un monitoreo constante


Tabla 2: Proyección Anual Estimada de Pérdida y Recuperación de Suelo de Conservación en la Ciudad de México (2025-2035)

Año

Pérdida Anual Proyectada (ha)

Fuente/Supuesto (Pérdida)

Recuperación Anual Proyectada (ha) - Escenario Conservador

Fuente/Supuesto (Recuperación Conservadora)

Recuperación Anual Proyectada (ha) - Escenario Optimista (Meta Oficial)

Fuente/Supuesto (Recuperación Optimista)

Balance Neto Anual Proyectado (ha) - Escenario Conservador

Balance Neto Anual Proyectado (ha) - Escenario Optimista

2025

219

Tasa UNAM (2010-2030) 12

296

Tasa histórica Altépetl (2019-2023) 19

417

Meta sexenal SEDEMA (2024-2030) 21

+77

+198

2026

219

Tasa UNAM (2010-2030) 12

296

Tasa histórica Altépetl (2019-2023) 19

417

Meta sexenal SEDEMA (2024-2030) 21

+77

+198

2027

219

Tasa UNAM (2010-2030) 12

296

Tasa histórica Altépetl (2019-2023) 19

417

Meta sexenal SEDEMA (2024-2030) 21

+77

+198

2028

219

Tasa UNAM (2010-2030) 12

296

Tasa histórica Altépetl (2019-2023) 19

417

Meta sexenal SEDEMA (2024-2030) 21

+77

+198

2029

219

Tasa UNAM (2010-2030) 12

296

Tasa histórica Altépetl (2019-2023) 19

417

Meta sexenal SEDEMA (2024-2030) 21

+77

+198

2030

219

Tasa UNAM (2010-2030) 12

296

Tasa histórica Altépetl (2019-2023) 19

417

Meta sexenal SEDEMA (2024-2030) 21

+77

+198

2031

219

Extrapolación tasa UNAM 12

296

Supuesto: Mantenimiento tasa histórica Altépetl

417

Supuesto: Mantenimiento tasa meta SEDEMA

+77

+198

2032

219

Extrapolación tasa UNAM 12

296

Supuesto: Mantenimiento tasa histórica Altépetl

417

Supuesto: Mantenimiento tasa meta SEDEMA

+77

+198

2033

219

Extrapolación tasa UNAM 12

296

Supuesto: Mantenimiento tasa histórica Altépetl

417

Supuesto: Mantenimiento tasa meta SEDEMA

+77

+198

2034

219

Extrapolación tasa UNAM 12

296

Supuesto: Mantenimiento tasa histórica Altépetl

417

Supuesto: Mantenimiento tasa meta SEDEMA

+77

+198

2035

219

Extrapolación tasa UNAM 12

296

Supuesto: Mantenimiento tasa histórica Altépetl

417

Supuesto: Mantenimiento tasa meta SEDEMA

+77

+198

Total Acumulado 2025-2035 (11 años)

2,409

 

3,256

 

4,587

 

+847

+2,178

 

Nota sobre la Tabla 2: La tasa de pérdida de 219 ha/año se aplica consistentemente. Para los años posteriores a 2030, se asume que la tasa de recuperación de los escenarios conservador y optimista se mantendría, reflejando un esfuerzo continuo. El total acumulado muestra el impacto neto al final del periodo de proyección.


Pensar como el agua: el enfoque de cuenca hidrológica


Al reconocer que en la naturaleza todo está conectado, se ha impulsado la gestión del suelo de conservación con una visión de cuenca hidrológica. La CORENADR y el PGOT abrazan este enfoque, que ve la cuenca como un sistema socioecológico integral donde el agua es el hilo conductor. Es una estrategia científicamente sólida, ideal para optimizar la recarga de acuíferos, controlar la erosión y proteger la biodiversidad acuática.


¿Aprovechar la lluvia en la ciudad de la lluvia? / Imagen: cortesía de Google
¿Aprovechar la lluvia en la ciudad de la lluvia? / Imagen: cortesía de Google

Pero su implementación es un rompecabezas complejo, pues las cuencas rara vez respetan las fronteras políticas, lo que exige una coordinación titánica entre instituciones y, a menudo, entre distintas entidades federativas.

Una de las apuestas más fuertes para la conservación a largo plazo es el impulso de un desarrollo rural que sea sustentable; es decir, que permita a las comunidades que habitan y dependen del SC vivir dignamente sin destruir su entorno. El programa Altépetl Bienestar es la punta de lanza de esta política y de eso hablaremos en la siguiente entrega.


Desafíos en el horizonte y lucha por la sostenibilidad


La contienda por el suelo de conservación está lejos de haber terminado. Los desafíos que se perfilan en el horizonte son tan colosales como el propio territorio que se busca proteger. El cambio climático, como una espada de Damocles, amenaza con intensificar la escasez de agua, los incendios y la pérdida de especies, lo que pone a prueba la resiliencia del SC. La urgencia de una gobernanza verdaderamente integrada, que teja alianzas entre todos los niveles de gobierno y rompa las barreras sectoriales, sigue siendo un clamor.


Verificaciones con dron en distintas unidades de producción agrícola en la Alcaldía de Xochimilco / Imagen: cortesía de Corenadr
Verificaciones con dron en distintas unidades de producción agrícola en la Alcaldía de Xochimilco / Imagen: cortesía de Corenadr

La aplicación efectiva de las leyes, ese eterno talón de Aquiles será la prueba de fuego. De nada sirven los mejores textos legales si no hay voluntad política inquebrantable, recursos suficientes para la vigilancia y un combate sin cuartel a la corrupción que engrasa la maquinaria del despojo. La tensión entre la conservación y las presiones socioeconómicas –la sed de vivienda, la necesidad de espacios productivos– no desaparecerá por arte de magia. Resolverla exige no solo mano dura, sino también alternativas económicas viables para las comunidades del SC y soluciones justas e innovadoras para el drama de la vivienda en la ciudad.


En la trinchera, Corenadr


En la primera línea de esta batalla se encuentra la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenadr). Reestructurada en 2019 con el objetivo de "integrar el bienestar de las comunidades en el cuidado de los ecosistemas", la Corenadr ha desplegado una estrategia multifacética, cuyo estandarte es el programa Altépetl Bienestar.


Dar clic en la imagen para ver el sitio web oficial de Corenadr
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Con una inversión anual que supera los mil millones de pesos —un aumento drástico comparado con los aproximadamente 200,000 pesos anuales de administraciones previas —, este programa busca reactivar las zonas rurales, promover la producción sostenible y conservar los recursos naturales, beneficiando directamente a miles de habitantes del SC.   


Brigadas Corenadr antes del operativo en San Andrés Totoltepec, Tlalpan, para recuperar 68.91 hectáreas de #SueloDeConservación que habían sido ocupadas ilegalmente / Imagen: cortesía de Corenadr


Los éxitos son palpables: se han plantado más de 30 millones de árboles y plantas, se han recuperado más de mil hectáreas invadidas y se ha impulsado la agroecología con iniciativas como el "Sello Verde", que certifica productos amigables con el ambiente. Los brigadistas comunitarios, mejor remunerados, son esenciales en la prevención de incendios y la vigilancia contra la tala.   

Sin embargo, la lucha es constante. La tala ilegal, a menudo ligada a la delincuencia, la implacable expansión urbana y los incendios forestales –100% provocados por actividades humanas – son amenazas que no dan tregua. La Corenadr, en su misión de "cero pérdida" de suelo de conservación, implica activamente a campesinos y productores, reconociéndolos como defensores cruciales de su propio territorio.   

El futuro de este vital ecosistema pende de un hilo. En un próximo artículo, exploraremos en detalle las tareas específicas y los desafíos cotidianos que la Corenadr enfrenta para salvaguardar este invaluable patrimonio natural, una labor donde cada hectárea defendida es una victoria para la Ciudad de México y sus habitantes

 

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