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Expansión menonita en Campeche y QR: reporte

Foto del escritor: Onodet MéxicoOnodet México

La desforestación de las selvas en la península de Yucatán tiene, en el sector primario, un responsable mayor: las comunidades menonitas que en este primer cuarto de siglo han acaparado tierras (compradas o rentadas) para una intensa, y destructiva, actividad agroindustrial que un suplemento especial de La Jornada del Campo puso en evidencia. Recuperamos fragmentos de sus textos sobre los severos impactos de la expansión menonita en ambos estados.


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Número especial de La Jornada del Campo (21 de septiembre de 2024) / Imagen: cortesía de La Jornada

La llegada y expansión de comunidades menonitas en la Península de Yucatán, se dio a partir de 1987. Llegaron de diferentes lugares y por distintas razones. Algunos provenían de Belice, donde dominan 90% de la producción avícola y de cereales (maíz y soya) por lo que les consideran motor alimentario del país, para tener tierras de las que pudieran vivir recién casados.


Otros de Durango, ya que no estaban de acuerdo con aceptar el uso de tecnologías; de Chihuahua, escapando de la escasez de agua e inseguridad y de Zacatecas. Actualmente viven en 52 comunidades de Campeche y 7 localidades en Quintana Roo. En Yucatán no existe registro de población menonita habitante, pero se reconocen campamentos itinerantes en el municipio de Tekax.


Las características de la agricultura mecanizada e intensiva que practican, de corte industrial, los ha vuelto los principales ejecutores del modelo agroindustrial en la región. Implementan sistemas de monocultivos (maíz, soya, sorgo, palma de aceite, entre otros), usan semillas híbridas o transgénicas de soya y maíz (prohibidas en el país) al igual que fertilizantes y pesticidas, como el glifosato.


Hopelchén fue el municipio con la mayor producción de soya a nivel nacional en el 2022, con 49,870 hectáreas sembradas y 97,246 toneladas de producción, superficie mayor a Tlalpan con 31, 200 ha (alcaldía más grande de la CDMX) seguido de Campeche, Tekax, Tizimín y Bacalar (Tabla).


El aporte de los menonitas en 2018 representó el 90% de la producción de Campeche.



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Los menonitas encabezan la expansión de la frontera agrícola en Campeche y Quintana Roo / Imagen; cortesía de Ecosfera

La expansión de las colonias menonitas en la región se debe a:


  1. La reconversión productiva al preferir cultivar soya en lugar de maíz;

  2. El impulso de la agricultura mecanizada en contraposición a la agricultura tradicional (ya que cuentan con mayor capital y tecnología, desplazan a los productores locales por exclusión productiva);

  3. Subsidios de gobierno, donde los menonitas son receptores de programas de fomento productivo, lo que les facilita la adquisición de insumos y crédito.


Mientras tanto, en la región avanza la integración vertical de procesos productivos orientados a la exportación a países de Oriente. Comienzan con el cultivo de maíz, soya, sorgo, que abastecen a la agroindustria (empresas Proteínas y Oléicos, Hidrogenadora del Sureste, Enerall, Grupo Kúo, entre otras) las cuales se utilizan en las cadenas de alimentos procesados que abastecen a las industrias porcina y avícola, así como en la de aceites, con el apoyo de Cargill por lo menos en la construcción de plantas almacenadoras.


De manera que, la vinculación entre menonitas y la agroindustria se retroalimenta, apoyados de programas de fomento productivo, como Agricultura por Contrato y Programa Pro-Oleaginosas.

Ranking nacional de municipios por superficie sembrada (ha)

Texto y tabla extraídas del artículo La expansión menonita en la península de Yucatán (autor: redacción)



Menonitas y neoliberalismo en Tierra Maya: Verónica Martínez


Lo que inició en Hopelchén, Campeche, con unas cuantas hectáreas en 1988 con los menonitas, ahora son 61,200 hectáreas en Campeche, Yucatán y Quintana Roo dedicadas a la agricultura extensiva, principalmente con soya y maíz, según el último año agrícola que reporta la Secretaría de Agricultura (SADER).


Y aunque no todas esas tierras son de menonitas, sí se implementa la agricultura extensiva; aquella que utiliza pesticidas, herbicidas, y si lo tuvieran permitido, usarían semillas transgénicas de manera abierta.





La tradición y cultura de los menonitas es migrar; moverse e instalarse en tierras fértiles y prósperas. Todo comienza con un viaje de avanzada, que explora, analiza, indaga y comienzan

con la renta o compra de tierras selváticas.


A Hopelchén, Campeche, llegaron en medio de la selva maya y su cultura migratoria, organizativa y trabajadora les permite instalarse rápidamente con la construcción de viviendas, escuela, iglesia, tiendas, y desde el primer momento trabajan la tierra.





El trabajo de la tierra que los menonitas conocen y dominan es la extensiva, la de un solo cultivo en grandes extensiones de tierra, como lo aprendieron en el Norte del País: Chihuahua, Tamaulipas, Zacatecas, así como de la tierra alemana.


Cada año se han ido integrando en promedio 1,500 hectáreas de la Península de Yucatán a este modelo agrícola, que durante los gobiernos neoliberales encontraron el respaldo, la premiación, y

el reconocimiento.


La zona agrícola de la Península de Yucatán no se caracterizaba por grandes volúmenes de producción de maíz o de soya, sino por la Milpa Maya, la producción en el temporal con la riqueza de varios cultivos en las parcelas. Sin embargo, las grandes producciones de soya y de maíz de los menonitas, fueron atractivas para algunos inversionistas y se sumaron a la agricultura extensiva, haciendo a un lado la riqueza y biodiversidad de la milpa.




El maíz y la soya de la agricultura extensiva tiene compradores asegurados, porque la engorda de cerdos y la industria de oleaginosas más importantes del país, están en Yucatán, así así que hay compradores seguros.


Dimensiones

Las estadísticas de SADER nos dimensionan que en el último año agrícola se destinaron 61,200 hectáreas a la producción de soya, logrando una cosecha de 125 mil 500 toneladas, todas ellas compradas por la industria porcina, avícola y de oleaginosas.


La principal empresa de cerdos es Kekén de Grupo Kuo, la de oleaginosas es Proteínas y Oléicos, y la avícola es Bachoco, así como Crío.






Un gran atractivo para la siembra de soya es el precio: 540 dólares por tonelada se pagaron en diciembre pasado, unos 10,800 pesos a un tipo de cambio de 20 pesos.


El maíz se paga en 190 a 200 dólares por tonelada, unos 4 mil pesos con un tipo de cambio de 20 pesos. Y durante los gobiernos neoliberales, se recompensaba la siembra de soya, como un incentivo para la producción y reactivar un cultivo que estaba a la baja en el norte del país.


En Campeche, en el último año agrícola, se destinaron 45 mil hectáreas en las que cosecharon 111 mil 500 toneladas de soya. En Yucatán fueron 13,500 hectáreas con 11,300 toneladas de soya. En Quintana Roo son 2,700 hectáreas con 2,700 toneladas de soya


Los primeros en incursionar en la agricultura extensiva son los menonitas, pero le han seguido inversionistas locales y nacionales. En Yucatán se comenzó en el 2010 con inversiones yucatecas, pero quienes trabajaban la tierra eran menonitas; y en Quintana Roo fueron los propios menonitas de Campeche que migraron y se instalaron, en el 2015, en la zona cercana a Bacalar y hoy ya se destinan 2,700 hectáreas.


Qué implica

Si bien se ha logrado una producción de gran volumen y reconvertir tierras para lograr producciones como la soya que eran prácticamente nulas en la región, y se ha logrado reducir la importación para abastecer la demanda de la creciente industria pecuaria de la zona peninsular, también ha habido consecuencias serias con este crecimiento que hoy es una bomba

de tiempo.



Expansión agroindustrial y menonitas: Gabriela Torres-Mazuera


La llegada de los menonitas también coincidió con el fin de los subsidios para el sector ejidal en la década de 1990. Ejidatarios y ejidos, sin capital ni crédito para la inversión en el sector agropecuario, vendieron o arrendaron por poco dinero sus parcelas legales y económicas (tierras de uso común), y en muchos casos se convirtieron en rentista y/o jornaleros de los menonitas quienes deforestaron para ampliar las áreas de cultivo intensivo y sembrar maíz híbrido, sorgo y

soya, generalmente como paquetes tecnológicos producidos por empresas transnacionales (Monsanto-Bayer).



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Mujeres menonitas en Campeche / Imagen: cortesía de The Yucatan Times


Para comprender la relación entre expansión agroindustrial y comunidades menonitas, es importante considerar una paradoja más de este grupo étnico: su estructura patriarcal.


Los menonitas de la Península mantienen una organización familiar apegada a los preceptos del cristianismo anabaptista del siglo XVI. En estas colonias ultra-conservadoras, la revolución feminista nunca ocurrió; las mujeres son esposas e hijas, sin el mismo acceso a la educación que los hombres, siendo estos últimos quienes ocupan los cargos de autoridad.


Más importante aún, sin control de la natalidad, las familias menonitas son numerosas y superan la media nacional en fecundidad. La familia menonita tradicional, estrechamente vinculada a la producción agrícola, requiere de tierras agrícolas para dar subsistencia a los hijos varones, quienes al crecer y formar sus propias familias requieren de más tierra.


Es por esta razón que la comunidad menonita crea redes nacionales y trasnacionales para fondear su expansión territorial. Ésta se extiende en los tres estados de la Península de Yucatán, así como Belice, Colombia, Bolivia, Perú y el Paraguay, conectando familias y colonias.


¿Es posible cambiar el modelo agroindustrial de los menonitas? Reflexiones de Luís Arturo Carrillo, director general de Biopakal S.A.P.I. de C.V.


A partir de la experiencia de lucha en contra de la siembra transgénica comenzamos a trabajar en colonias menonitas, tratando de reducir el uso de agrotóxicos y así favorecer una producción más sana.



glifosato
Glifosato, el herbicida más común en la agroindustria / Imagen: cortesía de Letra Fría


Durante este tiempo se observó que los menonitas suelen ser receptivos a las propuestas que se les hacen, mientras obtengan mayor rentabilidad de la tierra, es decir, una mayor producción, menor uso de insumos, y aumento de ganancias. Si bien hay algunos grupos de menonitas con elevados ingresos, la mayoría solo logra cubrir lo básico.


En este sentido, es importante considerar que las familias menonitas suelen ser muy grandes pues llegan a tener de 8 a 10 hijas e hijos, por lo que, requieren mínimo 20 hectáreas para mantener a su amplia descendencia y a la vez poder heredarles tierras, por este motivo necesitan mayor extensión de tierra presionando cada vez más a la selva.


La deforestación es resultado del avance de la frontera agrícola.


Expectativas vs realidad

A partir de la anterior idea, se inició un proyecto para hacer una propuesta agroecológica de cultivo de soya orgánica en mil ha de dos colonias menonitas Santa Rosa y Chavi. Los resultados fueron prometedores pues se elevó la producción de 2.5 t a 3.46 t por ha, con costos menores en los insumos un 20% por debajo de lo que ellos invertían y con un precio del 10% por encima, hallando un cliente interesado en la producción de soya agroecológica.






Sin embargo, lo que obstaculizó el modelo fue que los seguros a los que normalmente acceden los menonitas no podían aplicarse, porque el paquete tecnológico no estaba aprobado por el INIFAP, de hecho, no hay ningún paquete de soya aprobado que sea orgánico. Además, se requieren 3 años de prueba para avalarlo, era mucho tiempo para los menonitas y tampoco existen incentivos en la región para los agricultores que impulsen la transición.


De igual modo ocurre con los agrotóxicos como el glifosato, pues en la realidad los agricultores tienen la necesidad de quitar hierba que reduce su productividad y de acuerdo con la cantidad de ha es difícil realizar esta labor manualmente ya que son miles de ha, siendo imprescindible la mecanización.


En consecuencia, sus opciones se limitan a los agrotóxicos, y el glifosato puede ser más económico y menos agresivo que otras sustancias más nocivas.


En el presente se debe tener en cuenta también el cambio climático que es una realidad, las sequías, fenómenos meteorológicos, falta de disponibilidad de agua y la necesidad de reducir la

propia huella de carbono. Un hallazgo importante durante el proyecto fue la alta disponibilidad y receptividad que tienen los menonitas a cualquier propuesta que les ofrezca una reducción de costos, aumento de la producción o precios mayores.


No se debe olvidar que son agricultores con un alto potencial, y que la transición a soya orgánica es solo un paso para detener el modelo agroindustrial. El objetivo sería diversificar la producción de

monocultivos, que otorgue una rentabilidad mucho más alta a la tierra, disminuir la presión a la selva y, a la vez, sean modelos viables cultural, agrícola, económica, normativa y técnicamente.


En resumen, se requiere reforzar la cadena productiva de siembra de soya, desde modelos orgánicos a gran escala, incentivos a productores, generación de maquinaria

que sustituya los agrotóxicos, poder encontrar el mercado para esas toneladas de soya orgánica e impulsar la transformación de la materia prima para elevar la rentabilidad.


Cierre 1: epitafio por Hopelchén, por Leydy Pech de la Alianza Maya por las Abejas Kaabnalo’on


Cuando los menonitas llegaron a nuestra región no solo cambiaron la vida, el paisaje, sino el futuro de los pueblos; ellos han traído los químicos, las semillas transgénicas, la deforestación. Son como el brazo armado de las trasnacionales.



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Plantío de soya en algún lugar de Campeche: casi siempre con semillas modificadas / Imagen; cortesía de La Jornada Maya

Hoy puedo decir que la lucha es por la vida, la batalla que estamos dando, es por la vida. Todo

lo que han venido a hacer, lo que nos han quitado, de lo que nos han despojado, nos conduce a la muerte. Todo el territorio sano que recibimos de nuestros abuelos es una herencia ancestral, en donde había un equilibrio sano, con alimentos sanos que nosotros sabemos cómo producir, nos heredaron un lugar con un equilibrio sano, donde estaba todo lo que necesitábamos para vivir en la justa medida y que podíamos tomar del monte sin destruirlo.


Eso se está perdiendo.


¿Por qué soy pobre? Si sabemos trabajar. Tenemos todo lo que nos dejaron nuestros abuelos, lo que es nuestro patrimonio. Pero esas personas y los productos de las empresas que promueven llegan a arrebatar nuestro bienestar, a envenenar todo, el suelo, el agua, nos han quitado el monte, nos han matado matas, animales, están matando a las abejas.


(...) ¿Y ellos qué trajeron? llegaron al despojo. Primero el glifosato, que solo abrió la puerta, pero no es lo único malo. Da tristeza ver cómo todos los días pasan las avionetas para fumigar, y sabemos que eso va a traer más muerte.

Cierre 2: la devastación vista desde Quintana Roo


Entre los campos de cultivo se pueden observar entre la tierra, a un lado, o en la vegetación, letreros de algunas actuaciones de PROFEPA que se quedan en visitas de inspección con clausuras en papel, sin que ocurra absolutamente nada.



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Tractores y campos de soya: símbolos de la frontera agrícola menonita / Imagen: Meta IA


El daño ambiental continúa, porque para las comunidades menonitas estos letreros no los detienen a continuar con sus actividades agrícolas.


En La Colonia del Valle o Cuatro Banderas se puede observar cómo esta comunidad menonita ha cambiado la estructura de la vegetación. En algunas zonas han colocado desechos de vehículos y maquinaria agrícola, a la entrada se tienen silos que en algún momento conservaban semillas y al fondo aún se pueden observar el macizo forestal con arbolado de 20 a 25 metros que hace años también cubría esta zona, esperando a que en algún momento se haga respetar la autoridad y se aplique la normatividad ambiental vigente, ante esta evidente falta de aplicación de la ley.


Pareciera tierra de nadie, sin límites. Pueden llegar y hacer lo que les plazca. Sólo los árboles y los animales lloran. Aquí no pasa nada.


Textos completos disponibles en PDF:







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